Bueno, bueno, bueno... Pues ya estoy de vuelta por esta Calle del Bourbon, después de 2 meses en albis. Las tardes de julio las dediqué al dolce far niente: algo de playa, algo de deporte, algo de terracitas, y mucho, muuucho sofá. Y en agosto estuve recorriendo buena parte de Colombia. Bellísimo país, por cierto, tanto el interior como la costa y sus islas paradisíacas. Y además, y pese a la mala prensa, muy tranquilo, el más seguro de los países latinoamericanos que he visitado hasta la fecha. Bueno, miento, hay un par de peligros siempre acechantes: la cumbia y el vallenato.
Y es que no hay nada peor que estar en una buseta, viajando entre un par de pueblos, cansado y con ganas de echar una cabezadita, y que el conductor ponga a todo trapo RRRRRADIO CANNNDELA, lo que sería una Radio Tele Taxi a la colombiana. O estar en la playita de Taganga, debajo de un cocotero, la brisa del mar, el sopor de la tarde caribeña... y el disco de Los Mejores Vallenatos sonando a un volumen infernal desde el inmenso altavoz del chiringito, a escasos metros. El penetrante sonido del acordeón te taladra el tímpano con fuerza, mientras las monotemáticas letras del cantante desgañitándose te retumban en la cabeza.
Bueno, todo fuera eso. Por lo demás, muy bien, y además en Bogotá, Medellín y Cartagena pudimos disfrutar de unos espectáculos de jazz, musica antiqua y danzas africanas que nos congraciaron (un poco) con la música colombiana.
Pero en fin, todo lo bueno se acaba, y ya estamos aquí, de vuelta a la pura realidad. Espero que las vacaciones os hayan ido también bien a todos los paseantes de esta Bourbon Street, y nos vemos por aquí. A la que pueda cuelgo una breve crónica fotográfica del periplo colombiano.