Dos por uno
Sábado, 22 de septiembre de 2007. Aparcament del Mercat de Bonavista, Tarragona. Más de 12.000 personas para ver Dos pájaros de un tiro, la gira conjunta de Joan Manel Serrat y Joaquín Sabina. Con sólo diez minutos de retraso, las focos se encienden y la pareja empieza a entonar un medley de Hoy puede ser un gran día y Ocupen su localidad. Los asistentes, cuyas edades van desde los 30 años hasta el infinito y más alla, estallan en ovación. Es una ocasión única para ver juntos a estos dos grandes, y el concierto promete.
Sabina abandona el escenario y Serrat toma la batuta, interpretando temas propios y de su compañero de bolos, con su música pausada y su voz de mercurio. Los presentes vaticinan que la primera parte del espectáculo, la tranquila, irá a cargo del cantautor catalán, y la segunda, la rocanrolera, quedará en manos del de Úbeda. Pero no. Sabina y Serrat, Serrat y Sabina van entrando y saliendo del escenario, cantando canciones ahora del uno, ahora del otro, solos o a dúo. La complicidad es evidente, aunque siendo el final de la gira, y tras 38 conciertos juntos, haya perdido la espontaneidad. Sabina se mete al público en el bolsillo cantando en catalán, y Serrat haciendo referencia a la Universidad Laboral, donde estudió, y ubicada a sólo unos metros del lugar del evento.
Lamentablemente, la música continúa tranquila, del estilo de Serrat. Los asistentes piden más caña, pero la pareja no cede. Algunos de los temas más lentos de la discografía de Sabina se suceden: Calle Melancolía, Quién me ha robado el mes de abril, Y sin embargo, combinados con los míticos Mediterráneo o Penélope de Serrat. La mayor parte del tiempo los músicos tocan instrumentos clásicos, y sólo empuñan guitarras y bajo eléctricos para interpretar la trepidante Pacto entre caballeros, que anima a los más jovenes (o a los menos mayores), y algún que otro tema también ligeramente acelerado. Falsas expectativas, pero: cada conato de aumentar la graduación de la velada se frustra con la siguiente canción, siempre lánguida, y la noche continúa entre ritmos pausados.
Tras dos horas y media de clásicos, bromas con el público, puyas sarcásticas de Serrat a Sabina y admiración incondicional de Sabina a Serrat, los dos pájaros levantan el vuelo y dejan al respetable contentos con el show, pero con la sensación, especialmente los seguidores de Sabina, que su ídolo se ha tirado demasiado al folk del Noi del Poble Sec, y que al espectáculo le ha faltado energía, decibelios y rocanrol. ¿Será que los años no pasan en balde?