martes, 27 de septiembre de 2016

Eco i distorsió


Otra de las lecturas que me han amenizado el verano ha sido Eco i distorsió, un interesante ensayo sobre los grupos musicales de la Barcelona de los años 60: los entonces denominados conjuntos.  El libro explica la historia de bandas tan conocidas como Los Sirex, Los Salvajes o Pic-Nic (donde empezó Janette), y de otras que no lo son tanto pero que tuvieron sus años de gloria, como Álex y los Finde, Els 3 Tambors, Los No, Los Go-Go, Los Cheyenes... Todos ellos, auténticos pioneros del pop-rock estatal, y que tuvieron que luchar contra viento y marea para lograr abrir una brecha en el rancio panorama musical que reinaba durante el franquismo.  La dificultad para conseguir discos de rock, los desorbitados precios de los instrumentos, la censura, la reticencia de las discográficas en publicar algo que no fueran versiones de los éxitos italianos y franceses más melódicos, la imposibilidad de tocar en muchos locales si no se disponía del carnet del sindicato de músicos, o algo tan prosaico como el servicio militar obligatorio, que terminó con la carrera de varios artistas del momento… Estos y muchos otros inconvenientes tuvieron que superar esta generación de bandas amateurs para lograr tocar rock en la España de los años 60.

Eco i distorsió está escrito por el tarraconense Guillermo Soler García de Oteyza (el cual, cuando llevaba leída la mitad del libro, descubrí que es hermano de un amigo mío)  y es absolutamente recomendable para los que tengan un mínimo interés por la historia de la música rock en España. Está escrito en catalán, lo que puede suponer una pequeña dificultad para los que no conocen esta lengua, aunque si os atrevéis veréis que se entiende perfectamente. La buena noticia es que, como está autoeditado, el autor lo ha colgado para que se pueda bajar de forma gratuita desde su blog.

Por cierto, la maquetación y la portada esta tan chula es de mi amigo Miquel Àngel, de MAFS Disseny.

domingo, 18 de septiembre de 2016

El verano sin música

Últimos coletazos del verano 2016, un verano que prometía y que, al final, ha resultado bastante funesto. Me explico: a mediados de julio, una irritación de garganta aparentemente inocente se transformó en una infección. La infección se complicó, derivó en una inflamación del oído interno y, tras quizás la peor noche de mi vida, provocó una perforación del tímpano. Así que han sido dos meses de visitas al otorrino, molestias, dolores, secreciones por la oreja, ingesta de antiinflamatorios, antibióticos y otras delicatessen, y aspiraciones de cortisona. Además de obligarme a cancelar un viaje que me hacía especial ilusión, lo cual ha sido de las cosas que más me ha fastidiado.

Otro de los daños colaterales ha sido el no escuchar música durante semanas. Ha sido una sensación extraña el no tener ganas de oir ningún tipo de música, el viajar en coche con el radiocassette (¿todavía se llama así?) apagado, el tener el iPod con varias novedades discográficas y ni siquiera atreverme a ponerme un auricular en la oreja sana. La hinchazón y el embotamiento han sido tales que he rehuido cualquier sonido innecesario, y he cambiado de bar o plaza cuando detectaba que algún músico se disponía a tocar. Lo único bueno del asunto es que he tenido algo más de tiempo para leer, y lo he pasado en grande con Pureza (2016), la última novela de Jonathan Franzen.

Por suerte, la inflamación y la infección han remitido, y ya vuelvo a atreverme a escuchar algo de música, aunque he empezado con cosas suaves (menos mal que no soy muy de nu-metal). El tímpano sigue perforado, y ahora toca esperar que cicatrice solo o, en última instancia, pasar por quirófano para reconstruirlo.

En definitiva, parafrasenado a Groucho Marx, "he pasado un verano maravilloso. Pero no ha sido éste."