Vamos con un off topic: aunque sucedió hace meses, yo me he
enterado hoy: el pasado 18 de agosto falleció el que era uno de mis
ilustradores y dibujantes de cómics favoritos: Alfonso Azpiri.
Me
enamoré de la obra de este madrileño en los años 80, gracias a sus portadas
para videojuegos (portadas que, por otro lado,
eran mucho mejores que el juego en cuestión). Luego me adentré en
algunos de sus cómics, y aunque tengo que decir que los guiones no eran
ninguna maravilla, sus dibujos eran sencillamente brutales. Mundos de
fantasía, monstruos, guerreros mitológicos, heroínas voluptuosas, seres
de otros planetas... Yo hubiera dado un brazo por dibujar la mitad de
bien que este tío ya que, y aquí va una confesión, me hubiera encantado
haberme podido dedicar al dibujo y la ilustración. Lástima que mis
habilidades pictóricas no van mucho más allá del retrato del seis y el
cuatro...
Un recuerdo, pues, para este grande que fue Azpiri. Descanse en paz.
Titiriteros en el banquillo. Una persona condenada por chistes
sobre Carrero Blanco. Humoristas llamados a declarar. Tuiteros
investigados. Retuitear ciertos tuits puede considerarse delito. Lazos
amarillos prohibidos. Debates sobre autodeterminación en escuelas y
lugares públicos, también. Webs clausuradas. Penas de cárcel por expresar una opinión, por hacer una broma, por dibujar una caricatura. Ley Mordaza.
La penúltima abominación es la denuncia a un grupo de rap,
por una canción protesta. Les pueden caer más de 30.000 euros de multa,
por lo que leo aquí. Otro atentado más a la libertad de expresión, ese
derecho humano fundamental que la derecha rancia y recalcitrante que
maneja España se pasa por el forro.
Vergonzoso.
PD: La foto de la pintada la tomé en un WC de un centro universitario.
The Nashville Sound, de Jason Isbell And The 400 Unit
Tenderheart, de Sam Outlaw
En el ranking hay gente que conozco (como Chris Stapleton o Willie Nelson), y gente que no, como el joven Colter Wall,
que con solo 22 años se ha alzado en lo más alto del podio. Todavía no
he escuchado todos esos LPs, ni me he hecho una idea de si la
clasificación es acertada o no, pero por lo poco que llevo oído, la
calidad de estos trabajos promete.
Lo que si tengo clarísimo es que la mejor portada country del año es la del disco que ostenta el número 8 de la lista: el Highway Queen de Nikki Lane.
La Traviesa (Torredembarra, Tarragona), domingo, 19 de noviembre de 2017.
Si hay pocas maneras mejores de empezar la semana que yendo de
concierto, lo propio se puede decir de terminarla. Así que el domingo
nos fuimos a ver a Imperial Jade a La Traviesa de Torredembarra. Ya se acabó la temporada de verano en la Travi y,
por ende, las actuaciones al aire libre, así que el bolo fue en el
garito de madera, con lo que el aforo máximo (teórico) de 80 personas se
quedó más que corto. Pero bueno, pillamos un buen lugar colándonos por
la puerta de al lado del escenario, y disfrutamos de lo lindo de estos
herederos de Led Zep.
Vamos primero con lo malo de los
Imperial: para mí, sus temas son flojos. Que me perdonen sus admiradores
y los miembros de la banda si por accidente leen esta crónica, pero son
canciones que no me acaban de entrar. No sé si les falta producción,
garra, originalidad o estribillos más pegadizos, pero me fallan. Hay
honrosas excepciones (Mr. Rock'n'Roll es mi favorita), y en
general encuentro que la semilla de cada tema es buena, pero el producto
final no acaba de dar el fruto esperado.Y eso, al menos para mí, lastra
el directo. Por supuesto, que sólo tengan un trabajo en el mercado, y por lo tanto un repertorio relativamente escaso, no ayuda.
Y ahora, lo bueno: ¡cómo tocan estos cabrones!
No sé que edad tienen estos chavales, pero sospecho que son todos
veinteañeros, y la madre que los trajo, ¡vaya manera de tocar!. Todos
fantásticos, voz inclusive, y con especial mención a ambos guitarras,
que dejaron momentos gloriosos, intercambiando solos y compenetrándose a
la perfección. También muy bien las versiones y referencias a la música
de la que maman: sonaron Janis Joplin, Allman Brothers Band, Led
Zeppelin y AC/DC para cerrar el bolo,en homenaje al recién fallecido
Malcolm Young. Todo un detalle.
En definitiva, una buena nochegracias
a unos Imperial Jade a los que tenía ganas, y a los que espero seguir
disfrutando mientras van creciendo compositivamente, si lo consiguen en
estos árduos tiempos para el rock. Y es que como rezaba el último tema de la velada, It's a Long Way to The Top (If You Wanna Rock'n'Roll).
Sala Zero (Tarragona), lunes, 30 de octubre de 2017. Había perdido la pista a The Godfathers
hace casi 30 años, cuando tuvieron su momento de gloria gracias a sus
dos primeros discos y, sobre todo, a su tema más exitoso, aquel Birth, School, Work, Death. De todos modos, ya por aquel entonces su rock británico con toques punk y new wave no era mi estilo favorito (en aquellos tiempos yo estaba por sonidos más yankies).
Así que, cuando David y yo vimos que tocaban en Tarragona, un lunes a
las 22.30h, al principio tuvimos nuestras reservas. Pero dimos unas
escuchas a su último trabajo, Big Bad Beautiful Noise (2017) y nos gustó. Y como teníamos mono de música en directo, hicimos nuestra la máxima que dice que mejor una mala noche de rock'n'roll que una buena noche de tele viendo Gran Hermano VIP.
Lo bueno de ir a conciertos entre semana, en una ciudad pequeña como la nuestra, y de grupos fuera del mainstream, es que todo queda muy en familia. De hecho, al llegar a las puertas de la Sala Zero encontramos a Peter Coyne,
líder y voz principal de los Godfathers, medio oculto entre las
sombras, enfundado en su traje de batalla y fumándose un cigarrillo para
ir calentando la garganta. La sala, muy lejos del lleno: unas 70
personas nos congregamos para disfrutar de la veterana banda, lo cual te
permite moverte e ir cambiando de perspectiva, e incluso ocupar las
primeras filas, cosa que hicimos a ratos.
Entrando en materia, el
concierto, la verdad, fantástico. Pese que algunas canciones rondan las
tres décadas, los Padrinos suenan frescos, pegadizos y, sobre todo, muy
potentes. Un auténtico trallazo de rock'n'roll: temas cortos y contundentes que inevitablemente recuerdan a Ramones (de hecho, terminaron versionando Blitzkrieg Bop), y otros ligeramente más melódicos, de tintes power-pop, R&B y new wave.
Pero todo muy poderoso, sin baladas ni pijadas que suavizaran la
descarga eléctrica que suponía cada bombazo de los británicos. La
banda, brutal, con esa extraña mezcla de flema inglesa y pasión
desbordante que la caracteriza, e instrumentalmente impecable (a
destacar el batería, de aquellos virtuosos en los que al principio no
reparas, y que cuando te fijas en lo que están haciendo te dejan
boquiabierto y ojiplático). Y el repertorio, acertado, aunque algo
corto: una hora y pocos minutos de show, y es que alguna pega tienen que tener los conciertos en salas y ciudades pequeñas: que a veces caen temas del set list que sí interpretan en plazas más grandes.
Pese a ello, una gran noche de rock'n'roll que nos dejó más que satisfechos, y con la sensación de haber (re)descubierto una gran banda.
Después de haber probado un par de servicios de
streaming (Apple Music y Tidal, concretamente), parece que me he
decantado por el que se decanta la mayoría: Spotify Premium. Aunque
le veo algunas lagunas (la parte social podría desarrollarse más), me está
gustando mucho: buena interfície, gran catálogo, sugerencias interesantes a
partir de tus escuchas, conciertos cerca de tu localidad...
Además, como estoy como niño con zapatos nuevos, ya he creado mis 3 primeras listas, que voy a compartir aquí por
si alguien les quiere echar una oreja.
Blues that Rocks: blues y blues-rock
a cargo de leyendas como Gary Moore, B.B. King o Albert Collins, y de
adalides del blues contemporáneo como Kenny Wayne Shepherd, Ty Curtis o
Laurence Jones, entre otros.
Jazz in High Heels: Jazz y blues interpretado por voces femeninas. Norah Jones, Melody Gardot o Natalie Cole se dejan ver por esta playlist.
También hay algunos temas de películas donde la cantante en cuestión, ataviada con
vestido largo y tacones altos, deja sin respiración al sector masculino
del tugurio de turno. Así que aquí están Rita Hayworth en Gilda, Madonna en Dick Tracy, Carey Mulligan en Shame y hasta Jessica Rabbit en Quién engañó a Roger Rabbit.
White Trash Blues originals: Los temas originales correspondientes al álbum de versiones White Trash Blues (2017) de The Quireboys, recientemente reseñado en este blog.
Temas de Muddy Waters, John Lee Hooker, Freddie King, Jimmy Reed... Las
canciones, en el mismo orden que en el disco de versiones.
Acabo de terminar Crossroads: The Life And Afterlife of Blues Legend Robert Johnson (2008), un interesante y serio ensayo sobre la vida del mítico Robert Johnson a cargo del periodista y novelista Tom Graves. Como bien dice el prólogo, probablemente todo lo que puedas saber sobre la vida de uno de los padres del blues está
en este libro, ya que pocos son los datos fiables y no contradictorios
que existen sobre su figura. Además, el autor cuestiona y
desmonta falsas creencias atribuidas al genio, como la más conocida de
ellas: que vendió su alma al diablo a cambio de convertirse en un
virtuoso de la guitarra. Al parecer, esta leyenda no se atribuía a
Robert Johnson sino a otro bluesman, Tommy Johnson, pero algunos imaginativos biógrafos la adoptaron para añadir misterio y dramatismo a sus obras.
Además de relatar lo poco que se sabe sobre su corta vida, el
libro también trata otros temas relacionados con el legado de Johnson:
cómo su música permaneció olvidada durante décadas; cómo y quién la
reivindicó y la hizo popular; dónde aparecieron las dos únicas fotos del
músico; la historia del supuesto hijo ilegítimo de Johnson, cuya
paternidad confirmó un juez...
En definitiva, un documento
esencial, compacto a la par que exhaustivo, sobre uno de los
protagonistas más importantes de la Historia de la música.
Últimamente ando la mar de bluesero, tanto en escuchas como en lecturas, así que vamos con
unas recomendaciones de buenos discos de blues,
para superar la crisis postvacacional y las secuelas mentales que haya podido
dejar el jodido Despacito.
White Trash Blues (2017), de The Quireboys. Siguiendo el ejemplo de Aerosmith o The
Rolling Stones, los Quireboys ya tienen su disco de versiones de blues. Toma prestado el título de uno de
los cortes de su segundo trabajo, y contiene un repertorio poco obvio de temas
de algunos de los padres del género. Así que aquí están la trillada Hoochie Coochie Man de Willie Dixon, pero
también canciones mucho menos evidentes, como Cross Eyed Cat de Muddy Waters o Leaving Trunk de Taj Mahal. Para las armónicas han fichado a un tal
Lee Vernon y, aunque me declaro un fan de este instrumento, he de decir que en
mi opinión abusan un poco de él, dando como resultado un estilo más propio de
Charlie Musselwhite que de los londinenses. A pesar de ello, un buen álbum, arriesgado
y honesto, para homenajear a los a menudo olvidados grandes bluesmen del siglo pasado.
Lay
It on Down
(2017), de Kenny Wayne Shepherd Band.
Si de algo no se puede acusar a Kenny Wayne Shepherd
es de estancarse en un único tipo de blues:
ha cultivado el blues del Delta, el
de Chicago, el de Texas, e incluso el crossover.
En esta ocasión nos vuelve a ofrecer una ecléctica colección de canciones, con
toques soul, country, hard rock y
hasta funky. Pese a la mezcla, el disco es muy sólido, con temas
memorables y prácticamente sin altibajos.
Una curiosidad: para recuperar la “autenticidad” de los sonidos de la
vieja escuela, el álbum se grabó en analógico.
We’re All in This
Together
(2017), de Walter Trout. Precisamente
Kenny Wayne Shepherd es protagonista en el tema que abre el último trabajo de
Walter Trout. El veterano guitarrista ha parido un disco de duetos fantástico,
donde en cada corte colabora la flor y nata del blues actual. John Mayal, Warren Haynes, Robben Ford, Mike Zito y
otros tantos se unen a Trout para facturar esta maravilla que es We’re All in This Together, una descarga
de blues poderoso con solos
electrizantes.
Y así, como quien no quiere la cosa, y si el señor Google no se ha descontado, éste es ni más ni menos que el post número 500 de Bourbon Street Online.
No
soy mucho de dedicatorias, pero creo que la ocasión bien merece una
excepción. Así que me gustaría dedicar este post 500 a los artistas que, con su música, dan sentido a este blog, y
que hacen del mundo un lugar mejor. Y especialmente, a los que ya
no están entre nosotros pero cuyo legado perdura y nos siguen haciendo
la vida más agradable, más luminosa, más feliz. Gente como Gary Moore o B.B. King que, a pesar de habernos dejado hace unos años, siguen alegrándome las orejas día sí día también.
Os dejo con Since I Met You Baby, y... ¡venga, a por otros 500!
A través del Facebook de mi amigo Albert me ha llegado este interesante vídeo/reportaje titulado Why modern pop is so terrible?, a cargo del youtuber Thoughy2. Si tenéis 20 minutos y unos conocimientos medios de inglés, vale muchísimo la pena verlo.
En la primera parte, el presentadordefiende la a priori atrevida afirmación que la música de hace 30 ó 40 años es mejor que la actual. Para hacerlo presenta estudios que "miden" la calidad de las canciones (a partir de variedad de ritmos, número de instrumentos, sonidos, músicos que intervienen, etc.) y compara resultados entre diferentes épocas.
En la segunda parte explica por qué ahora se hace una música tan poco variada y, según los parámetros antes mentados, de tan baja calidad (un spoiler: el principal motivo es la pasta, aunque no el único).
Lo dicho: un documento que, más que recomendable, es prácticamente imprescindible.
¡Clic! El ruido de la puerta de la habitación al cerrarse me
despierta. Estoy solo. Entre las anticuadas cortinas penetran haces de luz que
me hieren los ojos. El zumbido del aparato de aire acondicionado me trepana el
cerebro. Miro el reloj de la mesita: las
ocho y media de la mañana. A su lado veo un trozo de papel, y garabateados en
él, las letras R’n’R! y un número de teléfono. ¿Cuántas horas he dormido?
¿Tres? ¿Cuatro? Quiero llegar a Amarillo a una hora decente, así que decido
ponerme en marcha. Me levanto con dificultad y me arrastro hasta el cuarto de
baño, rezando porque la ducha obre el milagro de Lázaro.
Pago al encargado y entro en la cafetería que hay enfrente
del motel, al otro lado de la carretera. El café está tan aguado como todos los
cafés de América, y el olor a bacon
que inunda el local me revuelve el estómago. Mi barriga todavía no está lista
para ingerir nada sólido: ya pasaré por algún drive-thru que encuentre de camino. Apuro el café, pido otro para
llevar y dejo un billete de cinco dólares sobre la mesa de fórmica.
Son poco más de las diez y el calor ya es intenso, pegajoso.
Subo al coche de alquiler, dejo el café sobre el salpicadero y enciendo el aire
acondicionado. Voluntarioso, empieza a exhalar aire frío, pero si la mañana
avanza como parece, mucho me temo que no será suficiente para conseguir una
temperatura digna. Según el mapa, tengo más de 200 millas por delante. La interestatal
se pierde más allá del pueblo en una recta infinita. El aire tiembla sobre el
asfalto ardiente. Las rancheras pasan a mi lado, los parachoques cromados
centelleando, el ruido de los motores cebándose en mi resaca. Me pongo las
gafas de sol, conecto el iPod al
autorradio, y busco Wild Cat (2017), el último disco de los canadienses Danko Jones. Selecciono la segunda
canción, subo el volumen, le doy al intermitente, y pongo la palanca del cambio
de marchas en la posición Drive. Va a
ser un viaje maravilloso.
Hace un rato acabo de terminar Sabina. Sol y Sombra (2017), de Julio Valdeón. Un interesante estudio (muy subjetivo y personal) sobre la obra de Joaquín Sabina (más que sobre su vida) escrito partir de entrevistas con sus músicos, amigos, productores, artículos de prensa, programas de TV, documentales... Una crónica muy detallada, que nos permite descubrir a los fans del ubentense docenas de obras (libros, canciones inéditas, colaboraciones, temas de bandas sonoras...) más allá de los discos oficiales.
Gracias a YouTube, Spotity, etc. podemos completar la lectura repasando su discografía y buscando las rarezas de las que hablan las más de 500 páginas de esta magna obra, además de recuperar algunas de sus apariciones en televisión, conciertos, documentales sobre su figura, etc. que menciona el autor y en los que se ha basado para escribir esta curiosa biografía.
"En 1999, Tower Records tenía ventas de más de mil millones de
dólares. Cinco años más tarde, se declaraban en bancarrota". Así
empieza All Things Must Pass (2015), la película
documental sobre la fundación, auge, expansión y ocaso de la que fue la
mayor cadena de tiendas de discos del mundo. Un interesantísmo documento
sobre la época dorada de la venta de música en soporte físico, y su
lamentable fin. Los milenials nunca lo entenderán, pero el ir a una
tienda a ojear vinilos y/o compactos, rebuscar entre cientos de discos,
encontrar una o varias joyitas, ir volando a casa para escucharlas,
quitar con ansia el plástico envolvente, y ponerlos en el equipo de
música, eran unos placeres inigualables. Así que la peli no va sólo
sobre el cierre de Tower Records, sino sobre el final de una era para
los melómanos.
Además de entrevistas a Russ Solomon,
fundador de la compañía, y a varios de sus directivos y trabajadores,
también hay intervenciones de habituales ilustres de Tower Records, como
Bruce Springsteen, Elton John o Dave Grohl. Los motivos de porqué la
industria del disco fue tan espléndida, y porqué acabó pereciendo (no
sólo a causa de la piratería) dan para varias reflexiones y conversaciones
acodado en la barra de un bar. Y por supuesto, el documental está
repleto de momentos emotivos para los viejunos como el abajo firmante.
100%
recomendable, pues, si tu colección de discos o CDs ocupaba varios
estantes de las estanterías de tu casa (y ahora duerme el sueño de los
justos en el altillo o el sótano).
Bluesgrass Bar La Traviesa (Torredembarra, Tarragona), domingo, 9 de julio de 2017. Otro domingo travieso, acompañado de amigos y respectivos vástagos, en esta ocasión para disfrutar de The Vegabonds. Conocía a esta banda de Nashville por sus dos últimos discos, de un southern agradable
y sin estridencias. Y a las 20.30, puntualísimos y todavía con la luz del
día, así empezó el concierto: con canciones tranquilas, sonoridades amables, temas de pop-rock
sureño sin sobresaltos ni aristas.
Pero, ¡ay, señores!, la cosa no iba a
quedarse en eso. Los ritmos y la graduación fueron aumentando con el
devenir del bolo, y con las primeras sombras el sonido se fue animando,
creciendo, y el grupo metiéndose al respetable en el bolsillo. Ayudaron
algunas versiones (Tom Petty, Allman Brothers, los Stones...) pero,
sobre todo, un buen repertorio y una factura impecable. Los Vegabonds no
son los tíos más habladores del mundo, pero su fe en su música y su discografía suple
con creces esta carencia: no se limitan a alargar los temas
innecesariamente, si no que van encadenando canción tras canción,
tocadas con entrega y pasión, ya que se nota que creen en ellas y las
disfrutan.
Al cabo de 2 horas de goce y música ininterrumpida,
tuvimos que retirarnos, ya que los peques daban muestras de cansancio y al día siguiente tocaba madrugar.
Una lástima, porque al parecer (por el setlist pegado a uno de
los altavoces y por los rumores de que tocarían hasta las 23.00) todavía
hubo media hora de bolo, que tal como estaba la banda y el público,
debieron ser memorables. Así que quedamos contentos, y con ganas de
volver a ver a estos hillbillies si vuelven a dejarse caer por aquí.
PD: Todas estas fotos tan chulas son obra y cortesía de David.
El pasado fin de semana se inauguraba la temporada de conciertos estivales del bluegrass bar La Traviesa de Torredembarra (Tarragona). Para quien no lo conozca y vaya a estar cerca este verano, que sepa que es un lugar emblemático, con casi 40 años
de historia, de obligado peregrinaje para los amantes de la música de
los 70 en particular, y del rock'n'roll en general.
La temporada la abrió el sábado un grupo de Reus, pero nosotros nos dejamos caer por allí ayer domingo para disfrutar de The Mothercrow: un voluntarioso grupo de Barcelona, todavía sin disco en el mercado, que ofrece un rock setentero
atiborrado de influencias más que evidentes (Led Zep, Hendrix, The
Doors...) pero con temas interesantes y la mar de potentes.
Así
que buena música, buena compañía, y un escenario de lujo para el que,
espero, sea el primero de unos cuantos domingos traviesos en este
tórrido verano recién estrenado. Y de aquí 15 días, si todo va bien, The Vegabonds.
Vamos con una ecléctica selección de discos que me están alegrando estas tórridas tardes preestivales..
Tajmo (2017), de Taj Mahal & Keb' Mo': No todos los días dos de tus bluesmen preferidos
aunan esfuerzos para sacar un disco conjunto. A sus 75 años, Taj Mahal
sigue en un estado de forma envidiable, tanto a la voz como a la
guitarra, y su discípulo Kevin Moore no le va a la zaga. Así que toca
disfrutar de este Tajmo, una buena colección de blues, soul y funk. Temas
amables, luminosos, que te dibujan una sonrisa en los labios, y entre ellos, algunas versiones de lo más sorprendente, como el Squeeze Box de The Who o el Waiting on The World to Change de John Mayer, de la que curiosamente hablamos en los albores de este blog, hace más de una década.
Love and War (2017), de Brad Paisley: Tras el fracaso de su arriesgado Wheelhouse (2013)
-comprensible, ya que a pesar de la valentía, el resultado no estaba a
la altura de las buenas intenciones-, Brad Paisley regresó a su zona de
confort, y ahí sigue. Pocas sorpresas, pues, en el sonido (el country accesible de su anterior trabajo, Moonshine in the Trunk (2014)) y en las letras (el paso de la juventud a la madurez, la familia, la vida sencilla...) de este Love and War. Así que se echan de menos los instrumentales poderosos, los riffs afilados
y la frescura de antaño. Pero el toque de guitarra de Paisley siempre
es una gozada, y si afinamos el oído es fácil disfrutar del feeling y la maestría del cowboy del
sombrero blanco entre melodías desgraciadamente previsibles. Además, el
álbum nos sorprende con dos colaboraciones de lujo: Mick Jagger en Drive of Shame y John Fogerty enel tema que le da título.
Windy
City (2017), de Alison Krauss: La última recomendación viene de la mano de la siempre
efectiva Alison Krauss, que en esta ocasión ha "aparcado" a su grupo
habitual, Union Station, para ofrecernos el disco más country y menos bluegrass de
su carrera. Como siempre, la señorita Krauss emociona gracias a esa voz
privilegiada que le dieron los dioses, como queda patente de buen
comienzo en las primeras estrofas de la balada que abre el disco, Losing You. También hay canciones más movidas, comola It's Goodbye And So Long to You que sigue, con un aire entre rockabilly y honky tonk. Pero en general, los derroteros de este Windy City
son los temas lentos, melancólicos, estremecedores como el que da
título al álbum... La música ideal para degustar en el porche de una
casa de Louisiana, sentado en una vieja mecedora y con un vaso de jugo
de zarzaparrilla en la mano, sea lo que sea eso de la "zarzaparilla".
2017: un año fatídico para los fans de The Allman Brothers Band. El pasado 24 de enero fallecía, a los 69 años, Butch Trucks,
uno de sus miembros fundadores. Al parecer, Trucks se pegó un tiro
delante de la que era su mujer desde hacía 40 años, Melinda Trucks. Algo
que me parece sorprendente, ya que el tío de Derek Trucks siempre me
pareció uno de los brothers más sensatos y menos inestables, a tenor de lo que leí en la biografía One Way Out: The Inside History of the Allman Brothers Band(2014).
Y
justo ayer, Gregg Allman, otro de los fundadores del grupo, y uno de
los que le dio el nombre junto con su hermano Duane, moría en su casa de
Savannah (estado de Georgia, EEUU), también a los 69 años. En este caso, la delicada salud del
pequeño de los Allman -que había sufrido hepatitis C, cáncer de higado y
una infección respiratoria que derivó en una operación de pulmón, además de varias adicciones- dijo basta y se llevó por delante a uno de los mitos
del blues rock de todos los tiempos. Tras de sí deja el
maravilloso legado discográfico de The Allman Brothers Band tras 45 años
de carrera; unos discos en solitario más que dignos, entre ellos el
fantástico Low Country Blues (2011) producido por T Bone Burnett; y unas memorias, My Cross to Bear (2012) que ardo en deseos de leer.
Hoy, miles de Melissas están de luto. Gregory Lenoir Allman, descansa en paz.
Vale que los nórdicos no son los tíos más creativos del mundo, pero... ¿de verdad que el diseñador gráfico de la portada del segundo álbum de los suecos Adrenaline Rush no podía haber tirado un poco de imaginación? ¿O era necesario "inspirarse" tanto en la portada del primer disco de la banda?
Adrenaline Rush (2014)
Soul Survivor (2017)
De acuerdo con que la moza está de muy buen ver, y algún publicista habrá decidido que tiene que ser la imagen del grupo. Pero, hombre, no sé, ponla de pie, o en otra pose, o acompañada de los músicos... Y además, chica, ¿no tienes otra mirada que la de soslayo?