¿Shakira? ¿Alejandro Sanz? ¿King Africa? ¿Georgie Dann? ¿El Koala? ¿Zapato Veloz? ¿Puturrú de Fuá? ¿De quién será mi summer song de este año? Si antes estaba desconectado de la radiofórmula y lo poco que sabía de los hits estivales era lo que oía por los bares, ahora que soy un padre "respetable" (toma eufemismo) que frecuenta "poco" (eufemismo number 2) los ambientes nocturnos, hay tantas posibilidades de que mi canción del veranocoincida con la "oficial" como de que Pablo Albarán saque un disco de Nu-Metal.
Ya conté hace unas semanas que, para el que suscribe, el mejor álbum de este 2015 estaba siendo el Wonder Days de Thunder. He escuchado algunas novedades discográficas más de las publicadas este año, pero ninguna le llega a la altura del betún al discazo de los británicos. Así que la canción que me pongo cuando salgo del trabajo, cuando quiero una apuesta segura que me suba la moral, cuando encaro hacia la playa o la piscina, tenía que salir de este magno trabajo. Y la elegida es el sexto corte, un temazo llamado Resurrection Day que suena así de potente:
La pasada noche fallecía, a los 71
años de edad, el grandísimo Javier Krahe. No voy a hacer
aquí un repaso a su trayectoria, con la obligada referencia al
disco La mandrágora, de eso ya se encargarán los
periódicos de mañana. Pero sí me gustaría realzar la importancia
de su lírica magistral, que ha influido a tantos y tantos
cantautores de este país. Su dominio del lenguaje era tal que solo
Sabina, alumno aventajado, estaba a su altura, y la mordacidad de sus
letras era única. A esas canciones ácidas, insolentes, coñonas, a
la vez que estilísticamente insuperables le acompañaba el
personaje: su flema era su rasgo más característico, y las dos
veces que tuve la suerte de disfrutarlo en directo dio muestras de
ella, con una desternillante sobriedad que me recordó al genial
Eugenio.
En los últimos años se le adivinaba
frágil, y de hecho en esas dos ocasiones tuvo que interrumpir alguna
de las interpretaciones por un ataque de tos. Pero, cínico hasta la
médula, Krahe no podía evitar reírse hasta de sí mismo y por ende
de su precaria salud, y en 2010 publicó un álbum con el sublime título de Toser y cantar.
He estado pensando cuál de sus
canciones era mi favorita, para que acompañara este pequeño
homenaje: Villatripas, Un burdo rumor, La tormenta,
Marieta, Ciencias ocultas, Los caminos del Señor,
Ron de caña, Nos ocupamos del mar, En la costa
suiza, Navalagamella... Me ha sido imposible decidirme .
Así que he elegido la que, dada su escasa querencía por la fama y
el reconocimiento público, creo que le sirve mejor como epitafio.
D.E.P.
Y todo es vanidad
Gracias a mi conducta vagamente antisocial temo no verme nunca
encaramado a un pedestal: no alegrará mi efigie el censo de
monumentos, no vendrán las palomas a rociarme de excrementos.
Y es una pena, la verdad, porque sería muy bonito
seguir de adorno en mi ciudad sobre un bloque de granito.
Pues qué penita y qué dolor, no tendré estatua, no
señor.
Gracias a mi postura más bien anticlerical no
será un siglo de éstos cuando entre al santoral: no acudirán
beatas a pedirme un milagrillo, no vendrán los ladrones a
vaciarme mi cepillo.
Y es una pena, la verdad, porque
tenía cierta gana de echarle un ojo a la deidad mientras me
doran la peana.
Pues qué penita y qué dolor no tendré
culto no señor.
Gracias a que mi musa se las da de cerebral
son pobres mis compases para expresión corporal: no danzarán
mis prosas las reinas de discoteca, no vendrán los carrozas a
hacer su gimnasia sueca.
Y es una pena, la verdad, porque
sería algo inefable cambiar la torpe realidad y ser o Borges
o bailable.
Pues qué penita y qué dolor no tendré el
Nobel, no señor.
Gracias a mi tozuda decisión existencial
no cabe entre mis planes dar ningún salto mortal: no gozará
las honras funerales mi alma en pena, no vendrán los gusanos a
tirar de la cadena.
Y es una pena, la verdad, porque
sería algo divino ver cómo todo es vanidad, y yo en
decúbito supino.
Pues qué penita y qué dolor no tendré
esquela, no señor.