Pero claro, uno va oyendo el disco, y va sintiendo como la voz susurrante de Carla le va acariciando la nuca. Con esos aires de chanson, con ese sabor a blues añejo, con esos sonidos robados al jazz, con esa simplicidad que parece tan fácil y es tan y tan difícil... Además, las canciones mencionadas, Mon Raymond, Le Pingouin y Chez Keith et Anita respectivamente, son de lo mejorcito del álbum, verdaderas joyitas donde notas que la exprimera dama se lo está pasando en grande, y transmite esa alegría, ese buen rollito, ese "esto lo hago yo porqué disfruto haciéndolo". Y mira, uno va dejando de lado el rencor, los reproches, el haberse pasado al enemigo, y no puede hacer más que cerrar los ojos y dejarse mecer por la voz ronroneante de Carla la traidora, Carla la pérfida, pero también Carla la sensual y magnética que nos estremeció hace 10 años con su álbum de debut, y que vuelve a hacerlo con este Little French Songs. Así que, misericordioso que es uno, decide perdonar lo imperdonable, olvidar viejas rencillas, y caer rendido a los pies y, para que nos vamos a engañar, también a las infinitas piernas, de Carla Bruni. Si es que, en el fondo, somos unos santos...
jueves, 9 de mayo de 2013
La absolución de Carla
Hay cosas imperdonables. Que Carla Bruni, la bella Carla, modelo
sin parangón, antaño protagonista de húmedas fantasías de adolescentes, y
artífice de esa maravilla que fue Quelqu'un m'a dit (2003), se
casara con Nicolás Sarkozy, aciago presidente de Francia y representante
de la derecha más recalcitrante de su país (si no contamos a los
impresentables del FN, claro) es una de ellas. Que en su último disco, Little French Songs
(2013) dedique una canción al mentado Sarkozy, humanizándolo, y otra
ridiculizando al que le arrebató la presidencia del país, el socialista
François Hollande, también tiene delito. Y que incluya un ejercicio de
pedantería relatando sus experiencias en casa de Keith Richards y su
antigua novia Anita Pallenberg allá por los años 70, ya es el colmo de
los colmos.
Pero claro, uno va oyendo el disco, y va sintiendo como la voz susurrante de Carla le va acariciando la nuca. Con esos aires de chanson, con ese sabor a blues añejo, con esos sonidos robados al jazz, con esa simplicidad que parece tan fácil y es tan y tan difícil... Además, las canciones mencionadas, Mon Raymond, Le Pingouin y Chez Keith et Anita respectivamente, son de lo mejorcito del álbum, verdaderas joyitas donde notas que la exprimera dama se lo está pasando en grande, y transmite esa alegría, ese buen rollito, ese "esto lo hago yo porqué disfruto haciéndolo". Y mira, uno va dejando de lado el rencor, los reproches, el haberse pasado al enemigo, y no puede hacer más que cerrar los ojos y dejarse mecer por la voz ronroneante de Carla la traidora, Carla la pérfida, pero también Carla la sensual y magnética que nos estremeció hace 10 años con su álbum de debut, y que vuelve a hacerlo con este Little French Songs. Así que, misericordioso que es uno, decide perdonar lo imperdonable, olvidar viejas rencillas, y caer rendido a los pies y, para que nos vamos a engañar, también a las infinitas piernas, de Carla Bruni. Si es que, en el fondo, somos unos santos...
Pero claro, uno va oyendo el disco, y va sintiendo como la voz susurrante de Carla le va acariciando la nuca. Con esos aires de chanson, con ese sabor a blues añejo, con esos sonidos robados al jazz, con esa simplicidad que parece tan fácil y es tan y tan difícil... Además, las canciones mencionadas, Mon Raymond, Le Pingouin y Chez Keith et Anita respectivamente, son de lo mejorcito del álbum, verdaderas joyitas donde notas que la exprimera dama se lo está pasando en grande, y transmite esa alegría, ese buen rollito, ese "esto lo hago yo porqué disfruto haciéndolo". Y mira, uno va dejando de lado el rencor, los reproches, el haberse pasado al enemigo, y no puede hacer más que cerrar los ojos y dejarse mecer por la voz ronroneante de Carla la traidora, Carla la pérfida, pero también Carla la sensual y magnética que nos estremeció hace 10 años con su álbum de debut, y que vuelve a hacerlo con este Little French Songs. Así que, misericordioso que es uno, decide perdonar lo imperdonable, olvidar viejas rencillas, y caer rendido a los pies y, para que nos vamos a engañar, también a las infinitas piernas, de Carla Bruni. Si es que, en el fondo, somos unos santos...
Suena bastante bien aunque como dices, hay cosas que dan un poco de repelús en lo referente a Carla y su amor por el engendro del ex-presidente francés.
ResponderEliminarNo suena mal el single, le pegaré una escucha.
Un saludo.