Un par de cafeterías, algunos restaurantes y varias tiendas de recuerdos se extienden por la calle principal, todas casi vacías por ser temporada baja y por lo fronterizo de la hora, a caballo entre la merienda y la cena. El viento me encoge las espaldas y me arranca lágrimas de los ojos, así que busco un lugar para refugiarme hasta que el ciclón se calme. Entro a la tienda de souvenirs más próxima, donde el dependiente, de pelo largo recogido en una cola y con una camiseta de Airbourne, trastea distraído en el ordenador del mostrador. Le saludo y empiezo ojear las estanterías repletas de baratijas. Y de repente, unas notas suenan por los altavoces del establecimiento, y ya no puedo fijarme en las tazas de cerámica, ni en las bolas de cristal donde cae nieve al agitarlas, ni en las artesanías Made in China. Sólo puedo quedarme quieto, y disfrutar de un tema que hacía años que no oía, y que aún hoy me sigue poniendo la piel de gallina.
¿Existe una canción mejor?
No hay comentarios:
Publicar un comentario